miércoles, 31 de octubre de 2018

El olvido








Me traen. Siempre me traen.
Los puentes se vuelven a armar y me traen, y me dan música y me alimentan y me nombran entre risas. Mi sobrino vuelve a repetir lo del día de pesca y Margarita vuelve a llorarme con sus chillidos de ratón de cada año. Ojalá pudiera destruir las fotos, ojalá pudiera arrancarles el recuerdo. Pero ya no tengo carne en los dedos que me obedezca. Solo quiero ser la sombra prometida y desgranarme en el viento hasta perderme en los horizontes y en la historia.
No me quedan ni fuerza ni furia. Tuve de ambas. Oh, sí, tuve de ambas. Fuerza para el puñal y para el pozo. Furia para los cuellos y las paladas. A diez les regalé adelantarse. A diez. Por gusto nomás. Por callar las voces y el hambre. Por sentir. En todo México me buscaron, en todo México me temieron.  Fui famoso y oscuro. Supe ocultar el cuchillo y la pala y los cuerpos y el miedo. Supe caminar con disfraz de hombre bueno. La Huesuda tuvo que llevarme con la bajeza del corazón que se detiene en vez de con la mano vengativa. Y Margarita lloró mi ausencia por vez primera y la familia tuvo que estrenar un hueco en el altar del Día de Muertos.
Déjenme morir mi muerte, cabrones. Déjenme solo. Déjenme, se los ruego. Pero me traen. Cada año, me traen por los puentes de flores, bajo las velas encendidas. Me nombran con esmero. Y me hacen recorrer otra vez ese camino blando, bajo la mirada agria y cruel de los diez esqueletos que se arrastran a mis espaldas, que me señalan, que también me nombran, que también me recuerdan, que tampoco me quieren sombra y polvo. Y que no perdonan.
El infierno está hecho de memoria.


1 comentario:

  1. Hola Fernando, me ha gustado mucho el ritmo trepidante que le has puesto a tu relato.

    Mucha suerte para el concurso, yo también participo, con "algo qeu se hartó de estar en mi cabeza"

    https://elpedrete2.blogspot.com/2018/11/zenda-dia-de-muertos.html

    ResponderEliminar